Desde pequeñita me gusta caminar. No sé si ya me gustaba antes, pero mi infancia como «girl scout» creo que tuvo mucho que ver, ya que hacíamos largas «marchas» y nunca eran suficientes para mí.
Ahora -que ya no soy tan pequeñita- tengo la suerte de estar rodeada de un puñao de gente que comparte mi obsesión por pisar cada metro cuadrado de monte sobre todo si es siguiendo marcas amarillas y blancas, o amarillas y rojas…
Nos llena el espíritu conocer tan bellos paisajes y lugares que, si no fuese caminando, no podríamos ni soñar.
Además, tengo la suerte de tener dos grandes amigas con cuatro patas (ellas tienen ventaja), llamadas Petra y Cusca, que hacen que mis fotos se vean siempre hermosas!