Hay rutas que cuando las finalizas, sientes una sensación de haber crecido personalmente y eso fue lo que nos pasó con ésta en concreto, pues la finalizamos con la visita a un Museo que completó nuestro conocimiento acerca de unos seres muy especiales y muy importantes para el medio ambiente y sobre todo para el futuro del planeta, pero después hablaremos de ésto…
Iniciamos nuestra caminata en el aparcamiento que hay próximo a la Fervenza das Hortas. Allí, además de un banco, encontramos un panel informativo acerca de la ruta que vamos a hacer:
Seguimos las señales y empezamos a caminar por esta pista descendente:
Mientras bajamos, encontramos dos elementos que llaman nuestra atención:
La Cuscuta epiphytum, comúnmente llamada «barbas de raposo», que es una planta parásita, que destaca sobre la vegetación del lugar con su color rojizo-anaranjado:
Y también vimos varios excrementos de zorro, que se reconocen por la presencia de pepitas de cerezas:
LLegamos a un punto donde el camino se bifurca. Ahí podemos elegir cualquiera de las dos opciones, ya que esta parte es circular:
La opción que elegimos nosotros, nos llevó por estas escalinatas:
Cuando lleguemos abajo, ya podremos escuchar el sonido de la cascada y empezamos a vislumbrar el agua del río y un molino:
Resulta que la puerta del molino estaba abierta y en su interior nos encontramos este bello ejemplar de rana patilarga (Rana iberica):
Fuera, la zona circundante al molino es muy relajante:
Pero nos preocupa la presencia de la Tradescantia fluminensis o Amor de Hombre que, debido a su carácter invasor es una amenaza para las especies autóctonas:
Ahora tomaremos el camino que sube por detrás del molino y llegaremos ya así a la Fervenza das Hortas, una maravillosa caída de agua de unos 30 metros:
En la página http://www.santiagoturismo.com/monumentos-naturales-mcs/fervenza-das-hortas encontramos una leyenda de este lugar:
«La Fervenza das Hortas también es conocida con el nombre de Fervenza de Santa Marta, debido a una leyenda que tiene asociada. Según cuenta la historia popular, una joven que solía ir a moler al molino se quedó embarazada de su novio. Cuando supo la noticia, el joven la rechazó y, una noche, la empujó desde lo alto de la cascada. Mientras caía, la muchacha exclamó: «Santa Marta me vaia!» («¡Santa Marta me auxilie!»), y paró la caída un carballo («roble») que en la cascada estaba, salvándola milagrosamente.»
Fijaos en las altas paredes de pizarra que hay en torno a la Fervenza:
Justo en este mágico lugar vimos un mirlo acuático cruzando ágilmente el agua de la cascada y sobrevolando el río. Pena que no pudimos fotografiarlo!
A este mismo lugar llega el PR-G 233 que transcurre junto a las orillas del río Lañas, por el municipio de Touro:
Abandonamos el lugar por estas escaleras ascendentes…
…para regresar de nuevo al aparcamiento del inicio. Muy cerca de allí se ve un lavadero, hasta el que fuimos a refrescarnos con el agua de la fuente:
Volvemos sobre nuestros pasos y comenzamos a caminar entre las calles del pueblo, que poco a poco, vamos dejando atrás…
Poco después nos adentramos en un monte de pinos:
Que poco a poco dejan paso a los campos de cultivo y más adelante nos encontramos con estas preciosidades:
Seguimos caminando por este largo camino entre prados y de nuevo nos adentramos en un monte con, además de pinos, eucaliptos:
A pocos metros pasaremos por uno de los puntos clave de esta ruta: O Museo Vivente do Mel o también llamado O Enxeño do Abelleiro:
Pero, aunque estamos deseando entrar, no lo vamos a hacer ahora, puesto que preferimos terminar el sendero y después, verlo con calma.
De nuevo tenemos que caminar por algún tramo de asfalto, el cual nos llevará hasta el embalse de Portodemouros:
Muy cerca de la carretera que lo cruza, encontramos este solitario cruceiro:
A partir de aquí tuvimos que hacer algunos tramos por asfalto debido a que la senda original estaba en ese momento anegada por las aguas del embalse y evidentemente no nos fue posible hacerla como correspondía.
Bueno, lo siguiente que nos encontramos fue esta gran edificación abandonada que tenía varios motivos referentes a las abejas:
Desde allí, cuando nos acercamos al agua, vimos estas graciosas setas (artificiales) decorando el lugar y la verdad es que alegraban mucho el entorno:
Lo que también encontramos fueron estas fresas silvestres (éstas eran de verdad):
Debemos seguir caminando por la carretera hasta llegar a este lavadero. Justo ahí, torcemos a la derecha:
Y nos vamos metiendo por estos caminos y callejuelas de la aldea de Tronceda:
Llegamos a la iglesia del pueblo y hasta ahí llegó nuestra ruta.
Así es que ahora volveremos hasta el Museo de la Miel para visitarlo:
Antes de entrar, nos damos un pequeño paseo por el exterior, ya que tiene un montón de elementos curiosos y a la vez decorativos:
Y ya nos decidimos a entrar:
El interior del Museo nos sorprendió para bien puesto que allí nos explicaron muchísimas cosas acerca de las abejas, de su vida, de cómo se organizan, etc. En el museo se puede ver trabajar a las abejas a través de esta colmena que se abre y se ve su interior a través de un cristal:
Pero también pudimos pasar cerca del colmenar que está a pleno rendimiento…
Y visitar estas colmenas de corcho, rodeadas por una «albariza«, es decir, una construcción de piedra que las rodea para protegerlas del ataque del oso:
Y otros tipos de colmenas:
También pudimos visitar el taller del «abelleiro«, Isidro Pardo, el fundador de este Museo que tanto ama las abejas y pasear por el bonito jardín que rodea todas estas instalaciones, lleno de plantas melíferas de las que se alimentan las abejas.
Desde aquí queremos aplaudir esta iniciativa privada que hace una gran labor de educación ambiental sobre la importancia que hoy en día tienen estos trabajadores seres, ya que son los grandes polinizadores y de ellos depende el futuro del planeta.
En el Museo se pueden ver, visitar y conocer muchas cosas más, pero lo mejor es que lo visitéis porque aprenderéis mucho acerca de la apicultura y las abejas.
FICHA TÉCNICA:
Dónde: en Arzúa, A Coruña.
Dificultad: fácil
Señalizada: si, es el PRG 169
Lineal
Distancia: 6’2 kms (sólo ida)
Tiempo: 2 horas (sólo ida)
Consejos: es una ruta que en algunos tramos discurre por asfalto, así que si vais con perros, debéis tener precaución. Además, en ocasiones, el agua del embalse de Portodemouros anega el sendero y se debe tomar una alternativa por carretera, como hicimos nosotros, aunque la verdad es que estas carreteras tienen muy poco tráfico. Debéis saber también, que el PRG-169 es en realidad más largo de lo que lo hicimos nosotros. Reservad un tiempo para visitar el Museo Vivente do Mel y consultad antes en su página web sus horarios.
Mapa: