Iniciamos nuestra aventura en el Área recreativa Cruz da Portela, en el municipio pontevedrés de O Rosal. Es éste un punto ideal para empezar y/o finalizar la caminata, ya que aquí dispones de mesas con bancos de piedra, asadores y sobre todo unas vistas espectaculares hacia ambos lados: por un lado el Río Miño, y por el otro, el Océano Atlántico.
Nos llamó la atención la rudimentaria forma de sus mesas, que pueden recordar incluso, a un dolmen.
Verás, la ruta se desarrolla en dirección sur, es decir, hacia la desembocadura del Miño, pero nosotros decidimos ir un ratito en dirección contraria, es decir, hacia el mar, por donde las mesas del merendero, para caminar por una apetitosa senda que nos muestra unos paisajes impresionantes: el mar allá abajo, a lo lejos Cabo Silleiro, las Islas Cíes, y muchas otras tierras costeras al norte…
Caminarás por un estrecho sendero que te llevará hasta la Cruz da Portela, que parece rezar por todas esas vidas que se lleva el mar…
Y tendrás que ir sorteando a veces, los arbustos, brezos, «xestas«, etc. Observamos también la notable presencia de jabalí y sobre todo mucho Asfoldelo blanco, Varilla de San José, o gamón blanco (Asphodelus albus) recién florecido. esta planta se utilizaba antiguamente para tratar problemas de piel, para alimentar a los cerdos, y cuando está seca en algunas zonas, para encender candiles. En la antigua Grecia, en cambio, estaba relacionada con los muertos; Homero afirmaba que el Hades o mundo subterráneo estaba repleto de Asfodelos, «donde iban los muertos que no recibían premio ni castigo«…. Perséfone, reina del Inframundo, lo lucía en su corona.
Damos vuelta caminando sobre nuestros pasos, cruzamos de nuevo la carretera y comenzamos ahora a caminar en sentido contrario, hacia el sur. No tardamos en encontrar una especie de mirador un tanto «feucho» y abandonado. Pero poco más adelante, nos volvemos a topar con otro «mirador», del mismo estilo de construcción que el anterior. Éste, sobre un promontorio de piedra que le da un toque algo más «bonito», dentro de lo que cabe. Por lo visto, se realizaron para practicar tiro al plato, aunque hoy están en desuso. Las vistas, eso si, bellísimas:
En esta zona nos salió al paso un bonito habitante de la zona: esta preciosa langosta bicolor:
Seguimos nuestro rumbo y comenzamos a ascender ligeramente por este pinar salpicado de perales silvestres con sus recién estrenadas hojas verdes, y en nada, llegamos a un montículo donde hay una antena y un radar. Desde ahí a pocos metros, debemos ir atentos a un estrecho sendero casi inapreciable que aparecerá a nuestra derecha entre unas rocas, porque es el que debemos seguir para visitar las esculturas: el águila, las tortugas, el dragoncillo…
Estas figuras fueron talladas por los escultores Pepe Antúnez Pousa, Félix G. Fidalgo y Alejandro Durán.
No podemos olvidar las maravillosas vistas desde allí: el Océano, el Monte Tecla, el puerto de A Guarda, Portugal…
Pero seguimos caminando y lo hacemos ahora atravesando un túnel formado por las intensas acacias, que como sabes son invasoras, y aquí nos lo dejan bien claro:
Avanzamos por pistas forestales rodeados, otra vez, de pinos.
Ahora toca subir un poquito y llegamos a este montículo en el que encontramos otra cara pétrea, esta vez tallada por el viento, que nos recuerda a un nuevo animal: un corderito:
A cada paso que damos, la panorámica nos deja un poco más boquiabiertos…
Y ascendiendo ya hacia el punto final de nuestra ruta, nos encontramos a este brillante y azul habitante, una hembra de Meloe proscarabeus, Aceitera o Escarabajo de la miel:
Lo cierto es que a pesar de ser tan bonito, (bonita ésta concretamente, ya que debido a su tamaño sabemos que es una hembra, pues medía unos 3 centímetros y los machos suelen ser mucho más pequeños) debéis saber que tiene sustancias irritantes en su cuerpo que desprende si se le manipula. Lo cierto es que con su llamativo color ya nos está advirtiendo de ello. El nombre de «Escarabajo de la miel» es debido a que la hembra deposita los huevos en el suelo y después las larvas acuden a las flores. Cuando se acerca a éstas una abeja, se suben a ellas utilizándolas así de transporte hasta la colmena, donde se alimentan de la miel.
Y de repente, por fin, desde lo alto del Torroso, estas vistas impresionantes de la desembocadura del Miño, en todo su calmo esplendor:
Debe ser éste, uno de los paisajes más hermosos que hemos contemplado en nuestras rutas:
Si nos giramos observaremos también las montañas y el pueblo de O Rosal, las Cíes a lo lejos, la Sierra del Galiñeiro…
Una vez «despertamos» de esta visión panorámica de ensueño, vemos que, a nuestra derecha, hay un curioso altar rupestre aprovechando un hueco de la roca, en cuyo interior está la Virgen de Fátima, en una imagen que colocaron allí un grupo de vecinos que realizan una subida a este monte en romería:
También nos percatamos, desde una perspectiva más natural, que el suelo que pisamos está totalmente removido seguramente por los hambrientos jabalíes en busca de su alimento:
Debemos regresar ahora por el mismo camino hasta el coche, y a pesar de haber caminado ya por aquí, el paisaje nos atrapa también desde este nuevo ángulo:
Y caminando, como os digo, por las mismas pistas de la ida, llegamos ya con un paso más ligero, al coche.
Si os habéis quedado con ganas de más, os recomendamos que os acerquéis, ahora ya en coche, hasta la capilla de San Vicente, donde encontraréis a pocos metros, dos sepulcros antropomorfos visigóticos de los siglos V-VI, pertenecientes a la villa romano-visigótica de Marzán, protegidos por una valla de madera. No están dentro de la ruta, pero nos parecen interesantes y por eso os sugerimos la visita:
La Capilla de San Vicente pudo haber sido construída sobre otra romana de culto pagano, con la intención de cristianizarla, como era costumbre. Para llegar hasta aquí debes bajar desde el área recreativa donde empezamos la ruta, por la carretera que pasa por Marzán, en dirección O Rosal, a la derecha. Verás un camino con una valla de madera y una señal de prohibido el paso. Ahí los encontrarás.
FICHA TÉCNICA:
Señalizada: no
Circular: no
Duración: 3 horas (ida y vuelta)
Distancia: 6’84 kms (ida y vuelta)
Dificultad: media-baja
Consejos: llevad agua, pues no hay en todo el recorrido. Al finalizar la ruta, recomendamos visita a los sepulcros antropomorfos visigóticos y la Capilla de San Vicente, en la carretera entre el Área Cruz da Portela donde empieza el sendero y Marzán, en O Rosal.
Mapa: