La verdad es que ya hemos hecho varias rutas por esta costa, pero siempre nos vuelven a maravillar los paisajes que las altas montañas nos ofrecen desde allí. Hemos caminado por el Monte Torroso y sus esculturas esculpidas en la roca, también recorrimos el Alto da Groba… pero esta vez nos vamos a dar una «vueltita» por Mougás, en Oia.
Empezaremos en la Iglesia de Santa Uxía. La verdad es que no hay sitio allí para aparcar, así que tuvimos que dejar el coche a unos 50 metros por la carretera que sube, en un rinconcito de hierba donde hay sitio tan sólo para un automóvil. Pues bien, una vez aparcados, como ya hemos dicho, nos dirigimos a la iglesia, la cual nos ofrece unas bonitas vistas ya desde su atrio:
Debéis caminar hacia el cementerio que está justo detrás, porque a su derecha, hay una pequeña cancilla que debemos abrir para acceder a un camino que nos llevará a nuestra ruta de hoy.
Seguiremos este camino ascendente durante bastante tiempo, hasta que lleguemos a una zona más llana y pasaremos por este pequeño bosquete de especies exóticas que llaman nuestra atención:
Seguiremos caminando, ahora en sentido descendente y pasaremos por esta alta caída de agua:
Justo ahí nos encontraremos un cartel que nos informa de que estamos a poco menos de 1 kilómetro de uno de los puntos de esta ruta a los que más ganas tenemos de llegar… después sabremos cuál es!
A lo largo de todo este sendero, encontraréis carteles en los cruces informando de a dónde lleva cada camino y a qué distancia está cada punto a visitar. Asimismo, veréis muchos paneles explicando cada uno de ellos incluso con mapas de la zona para que os ubiquéis y una interesantísima explicación acerca de la flora y la fauna del lugar.
Bien, poco después nos encontraremos un cartel en una bifurcación. Elegimos la opción a nuestra derecha que lleva al «Outeiro da Cheira». Nada más empezar a a caminar nos encontramos con un área recreativa con varias mesas y zonas acondicionadas para asar:
Alrededor del merendero, varios liquidambar que ahora están pelados, adornarán sin duda el lugar en los meses de otoño, cuando sus hojas se visten de amarillo, naranja y rojo. Ahora mismo, tan sólo podremos observar sus frutos pendulares, hermosos también, tanto en sus ramas como en el suelo:
Bueno, pues subiendo, nos encontraremos un nuevo panel informativo, allí se nos habla de las «cazoletas» que podremos ver a pocos metros de allí, en O Pousiño:
Y después seguiremos subiendo un poquito más para poder ver el paisaje desde una nueva perspectiva:
Volvemos sobre nuestros pasos y debemos llegar al camino inicial, un poco más abajo del merendero, donde veremos un indicador que nos informa de que las famosas pozas de Mougás, si, esas que estamos deseando ver, están a tan sólo 150 metros, así que allá vamos!!!
Y de repente, ahí está: la Poza Grande:
Nos cautiva el lugar, tranquilo, como de ensueño, con sus aguas turquesa formando esa piscina natural tan concurrida en verano, pero tan silenciosa hoy…
Al regresar por el camino hacia la pista principal nos fijamos de nuevo en la vegetación, exótica y hermosa: son pinos de oregón o abetos de Douglas (Pseudotsuga menziesii), de las cuales nos encontramos en el suelo sus inconfundibles piñas:
En una curva de nuestro camino, nos encontraremos con un bonito riachuelo, que al menos en ese momento bajaba con un generoso caudal. Allí hicimos una paradita para comer y las perras aprovecharon para darse unos cuantos baños:
A unos metros de allí encontraremos un desvío con un cartel de madera que nos indica el camino para subir al Curro. Para ello, debemos dar un giro de 180º y atravesar un paso canadiense, y sobre todo, empezar a ascender. Nos espera ahora una gran subida para salvar un fuerte desnivel que nos recompensará, eso si, con unas hermosas vistas al Océano:
Pues eso, que poco después llegaremos al tan conocido Curro de Mougás donde se celebra «A Rapa das Bestas»:
En este lugar, los ganaderos juntan una vez al año a las «bestas» para separarlas, marcarlas a fuego y cortarle las crines:
Durante varios kilómetros caminaremos en llano por una zona donde la vegetación es bastante monótona, pues sólo encontraremos pinos y eucaliptos. El toque diferente lo da el asfodelo blanco, que parece querer cubrir el suelo de color, al menos durante algunos meses al año:
En esta zona nos cruzaremos varios riachuelos que les permitía a las perras refrescarse y beber a cada poco, pero es posible que en verano y después de varios meses sin llover mucho, lleguen a secarse, por lo que sería bueno llevar abundante agua en la mochila, además de para nosotros, para ellos:
Y dado que estábamos en Marzo con altas temperaturas y caminando entre pinos…
…nos encontramos lo que nos temíamos: una gran hilera de la oruga procesionaria (Thaumetopoea pytocampa), que como sabéis es una auténtica plaga ahora mismo que ataca a los pinos comiéndose sus acículas y hace sus nidos en lo alto de estos árboles, una especie de bolsitas de blancos hilos sedosos que se ven en sus ramas. En primavera, cuando suben las temperaturas, las orugas lentamente se desplazan y descienden unas unidas a las otras, en «procesión», de ahí su nombre, para enterrarse en el suelo con el fin de transformarse en mariposas. Y lo cierto es que son realmente peligrosas para los niños o perros que, curiosos, pueden acercarse a tocarlas, o, en el caso de los perros, olfatearlas y lamerlas, lo que les puede producir irritaciones o incluso necropsia en los tejidos que entren en contacto con sus «pelos» urticantes y en ocasiones, hasta la muerte de los perros, así que, mucha precaución:
Después de caminar un poquito más, nos encaminamos hacia el mar, y llegaremos hasta el Área Recreativa de Mougás, un tranquilo lugar junto al río que lleva ese mismo nombre, con un amplio merendero y asadores con hermosas vistas al Atlántico:
Ahora toca subir un poquito por carretera, pero un tramo corto, para acceder al Castro Cano dos Mouros, sito en una colina con unas vistas privilegiadas que la hicieron sin duda, punto estratégico inmejorable para controlar el tránsito terrestre así como marítimo en los tiempos en los que estuvo habitado, complementando así la vigilancia junto con el Castro de Chavellas y el de A Cabeciña. Todavía en él se intuyen las estructuras que configuraron el recinto fortificado, un foso que es el que hoy separa la colina de la contigua onde están las antenas de telefonía y repetidores de televisión:
Este punto defensivo se cree que fue creado hace unos 2.000 años y que pudo estar habitado hasta la primera parte de la Edad Media. Desde este mirador natural, además de una amplia panorámica, también pueden percibirse las diferentes terrazas creadas artificialmente donde además distinguimos la «Silla del Rey Sol»:
Desde hace algunos años, se celebra en este lugar A Festa do Rei Sol, una interesante cita cultural que cada año desarrolla variadas actividades tales como teatro, talleres infantiles, charlas y visitas guiadas interpretativas que buscan dar valor y dar a conocer tanto este estratégico enclave como su historia.
Si nos giramos, dando la espalda al mar, podremos percibir ese cierre perimetral de la pequeña la colina. Además de ésto, nos fijamos en las jóvenes y bonitas «sobreiras» (alcornoques) que habitan el lugar:
Y hablando de «sobreiras«…
Justo detrás del Castro, veréis un cartel que anuncia la distancia las «Sobreiras do Faro», 1’6 kilómetros; pero, ¿qué son las Sobreiras do Faro? Os lo explicaremos mientras caminamos:
Este «sobreiral«, perteneciente a la Comunidad de Montes de Viladesuso, es un espacio de 9 hectáreas único en Galicia por ser el primer Espacio de carácter privado de Interés Natural de la Comunidad. Además es el bosque mediterráneo más occidental de la Península:
La corteza del alcornoque (Quercus suber) se extrae en verano a los ejemplares de 25 años y en períodos de 9 a 12 años y es un gran aislante contra el fuego y los insectos, además de utilizarse para fabricar tapones, aislantes térmicos y acústicos, colmenas…
La verdad es que es un gustazo pasear entre estos maravillosos seres, sobre todo después de haber recorrido tantos kilómetros rodeados de pinos y eucaliptos… es como un oasis en medio del desierto:
Este bonito bosque, donde también hay castaños y carballos, está bañado por el río Broi, que en época de lluvias forma unas maravillosas cascadas.
Poco a poco vamos dejando atrás el sobreiral y nos encontramos de nuevo y de frente el mar…
Después de cruzar la carretera, descendemos por un camino que nos lleva hasta el tramo de inicio, común para la vuelta, que nos conducirá hasta la Iglesia de Santa Uxía, donde empezamos, con su fachada ahora dorada por un sol que ya se despide hasta el día siguiente, sumergiéndose en las aguas del Atlántico:
FICHA TÉCNICA:
Dónde: Mougás, Oia
Dificultad: moderada
Circular: si
Señalizada: no
Distancia: 19’48km
Tiempo: 6 horas
Consejo: debes hacer esta ruta en un día despejado, para poder disfrutar de las impresionantes vistas, pero mejor que no sea un día de mucho calor, pues hay tramos muy despejados que se harían incómodos. Lo ideal es hacerla en Otoño o en primavera, un día de sol pero con temperaturas no muy altas. Hay algunos riachuelos, pero en pleno verano es posible que se sequen, así que si vas con perros, es importante que lleves agua también para ellos si hace tiempo que no llueve.
Mapa: