Aquella mañana de abril nos levantamos ilusionados pues la aventura que nos esperaba ese día prometía y mucho, ya que nos íbamos en busca de «la isla del tesoro»… Isla de Ons.
Incluída en el único Parque Nacional gallego, el de las Islas Atlánticas, Ons es, para muchos, una gran desconocida. No así para nosotros, que ya era la cuarta vez que acudíamos a ella, y siempre había sido, de vacaciones, más concretamente, de camping, así es que esta Isla guarda para nosotros un gran tesoro de recuerdos, de veranos…
Salimos temprano, desde el puerto de Bueu, municipio al que, por cierto, pertenece. La sola idea de coger el barco aquella mañana tan luminosa de primavera, nos hacía más apetitoso el haber madrugado tanto.
La travesía se nos hizo encantadora, pues incluso en cubierta la sensación térmica era agradable, pudiendo así, disfrutar mejor de las vistas… Cabo Udra, Cíes, Sanxenxo, Portonovo…
Cuanto más nos acercamos, más ganas tenemos de llegar hasta ella:
Y casi sin darnos cuenta, llegamos al muelle de nuestra «Isla Bonita»…
Nada más pisarla, nos volvió a robar el corazón, como años antes, sus tonos verdes, tanto de la vegetación como de sus aguas cristalinas, sus azules, el blanco de sus arenas finas, hasta de sus románticas «dornas«…
Al llegar, hacía tanto frío que tuvimos que ir corriendo a tomar un café con leche a uno de los restaurantes que hay en el puerto. La panorámica desde allí, bueno, sin palabras…
A modo de cotilleo, os diré, que alguien nos contó que en esta mesa surgió el amor entre dos personas muy pero que muy conocidas… ella cubría las noticias acerca del hundimiento del Prestige. Él estaba de visita, oficial. No sabemos si será verdad, pero, por si acaso, ahí queda…
Ahora que ya estábamos más a gusto después de habernos tomado el café con leche, nos dirigimos al Centro de Interpretación que está también en el barrio de O Curro, que es donde atracan los barcos comerciales.
En su interior encontraréis un sinfín de paneles didácticos e interactivos e incluso un vídeo acerca de flora, fauna, orografía, historia, etnografía y demás cosas interesantes acerca de Ons…
Pero si hay algo en lo que nos queremos parar y destacar, eso fue esta piedra, «A Laxe do Crego» (Unha tapa sepulcral que non quixo ser lareira). Os explico: en Area dos Cans, una playa de la Isla, cercana al punto donde nos encontramos, existe un sarcófago antropomorfo, labrado en la propia roca que se puede observar cuando baja la marea, ya que queda al descubierto. En la tradición popular se dice que perteneció a un viejo abad de cuando en la Isla hubo monasterio. Pues bien, en un día de mucho temporal, el oleaje arrancó la tapa del sepulcro, llevándola hasta la arena de la playa. Un habitante de la Isla la encontró y decidió convertirla en «lareira«, aunque, por suerte, eso finalmente no ocurrió. Numerosas leyendas giran alrededor de esta tumba…
Este Centro de Visitantes está hecho en lo que antes era la escuela del pueblo, con dos partes perfectamente diferenciadas, el aula de las niñas y el aula de los niños. Para que podáis entender mejor el pasado de este lugar, aquí mismo veréis una recreación de una de esas aulas, donde además, veréis fotografías de fiestas, romerías, tradiciones y el modo de vida en general de los isleños, pues sabes que Ons estuvo y sigue estando habitada.
Salimos del Centro y justo enfrente nos encontramos con la Iglesia, que llama la atención por su estética tan poco gallega: su exterior está adornado con mosaicos y el campanario es de estilo mudéjar.
Empezamos ahora ya si de verdad la Ruta del Sur, marcada con estacas verdes. Pasamos por la playa Area dos Cans mientras nos acercamos al Barrio de O Canexol, con su playa mirando a la ría de Pontevedra…
Estamos pasando cerca de las rocas donde se encuentra precisamente el sarcófago medieval del que hablamos antes, Laxe do Crego…
Y aquí, en el Barrio de O Canexol encontramos este pequeño hórreo a nuestra izquierda:
A la derecha, la Casa Rectoral con dos grandes hórreos, uno a cada lado de la finca:
Dentro de este pequeño recinto sito en la parte posterior de la Casa Rectoral, y ahora con más casas de isleños, era el «campo da feira«, la plaza, el lugar de reunión de los vecinos, donde se celebraban las reuniones, las fiestas y los bailes más importantes. Lugar pintoresco desde luego:
Justo detrás, en lo alto, podemos ver la antigua Capilla de San Xaquín, con su cementerio repleto de tumbas pequeñas…
Continuamos caminando y contemplando la playa y el mar con ganas de un baño, pues ya empieza a apretar el calor:
Pero optamos por seguir la ruta y disfrutando del paisaje y la arquitectura popular:
Impresionantes las vistas hacia el Sur: ahí veis la hermana pequeña de Ons, es decir, la Onza u Onceta, pues tiene ambos nombres.
Lo que no nos gustó nada es comprobar cómo alguna de la flora exótica invasora se encuentra también como habitante habitual del archipiélago, aunque sabemos de buena tinta que se está intentando erradicar, la Capuchina (Tropaeolum majus) y la Margarita del Cabo, (Dimorphoteca Ecklonis):
Nos topamos ahora con este lavadero, importante punto para la reproducción de los tritones. Pudimos observar algunos, aunque no muchos:
Otra de las especies que más pudimos ver, y es que nos iban acompañando el camino todo el rato, no os imagináis en qué cantidad, eran estas preciosas mariposas, la Euphydryas aurinia, o Doncella de las Ondas Rojas, a la que, como ves, pudimos fotografiarlas de tres en tres o de cuatro en cuatro de tantas que había en cada flor:
Cruzaremos el Barrio de Pereiró, donde se encuentran las instalaciones de los Campamentos Juveniles, y empezaremos a ascender ligeramente. Desde este alto tendrás unas vistas espectaculares de gran parte de la Isla. Es, a nuestro parecer, uno de los puntos más hermosos de Ons.
Si veis hacia el norte, además de un gran área de la Isla y su Faro, contemplaréis el Océano a un lado y al otro de la misma, y además, ampliando el campo de visión, alcanzaréis a ver la Playa de A Lanzada, la Isla de Sálvora, la Ría de Arousa, el Alto da Curota y A Curotiña en A Pobra do Caramiñal, y un buen puñado de puntos fácilmente reconocibles:
Como puedes observar, y desde aquí se percibe muy bien, esta Isla es bien diferente a sus primas las Cíes, y ello se percibe, sobre todo en su vegetación, pues, aunque tienen mucho en común, queda patente que Ons apenas tiene bosques de árboles, que si existen, y muchos, en Cíes. Lo que si es semejante, y también lo puedes comparar en este privilegiado enclave, es que en ambos archipiélagos, la cara este, la que mira a la ría, es de orografía más suave, con playas y calas, mientras que la cara oeste, la que da a mar abierto, es más agreste, escarpada, abrupta, rocosa y llena de «furnas» o cuevas labradas a base de siglos de viento y golpes de mar…
Poco después encontraréis estas curiosas casetitas colgadas en los árboles. Hay muchas y de diferentes formas. Son para los murciélagos. El hecho de que no sean iguales es porque están diseñadas para atraer diversas especies de quirópteros, que suelen colgarse de distintas maneras dentro de ellas.
Y llegamos por fin a uno de los puntos claves de esta ruta y de los más fascinantes que conocemos, Mirador de Fedorentos, un auténtico balcón abierto al mar:
Desde este punto, en el que permanecimos un buen rato por su enorme encanto, tendréis unas privilegiadas panorámicas de la pequeña Onza que parece estar desde aquí a tiro de piedra, tan linda con su apetitosa playa. A esta isla, debéis saberlo, está prohibido el acceso. Más al sur, divisaréis las Cíes, la Península del Morrazo, con Cabo Home al frente, Cabo Silleiro…
Este mirador cuenta con una mesa y bancos de piedra, en los que podréis comer o merendar, con estas fantásticas panorámicas o quién sabe, si cenar también a la luz de la luna y las estrellas.
También desde aquí, hay unas buenas vistas hacia el lugar en el que se encuentra nuestro próximo punto a visitar, en esta zona que en primavera luce así de bonita contrastando su flora amarilla con el azul del cielo y del mar. Hacia allá nos vamos:
Y este festival de color es lo que seguimos contemplando según caminamos hacia ese enigmático enclave…
Quiero agradecer esta fotografía a mi compañero de estudios, Pablo Troitiño:
O Buraco do Inferno:
Es un lugar mágico éste, lleno de leyendas y de supersticiones. Hay quien dice que se comunica con el mundo de los muertos y que en los días de temporal se pueden escuchar los lamentos de las almas que vagan entre dos mundos tratando de borrar sus pecados para poder así descansar en paz. Y teniendo en cuenta que la zona está repleta de Asfodelos blancos, que están relacionados con el inframundo, nos lo tenemos que creer.
Pero volviendo a este mundo, lo que si sabemos, y eso está comprobado, es que es una cueva de unos 40 metros de alto,que cae verticalmente, y que fue labrada por los golpes de mar, aprovechando zonas de rocas más frágiles o fracturas. En realidad era una cueva más hasta que su techo se hundió. Es la mayor «furna» del Parque Nacional, y se puede entrar en barco por la parte de abajo. Como es muy peligroso, de hecho, hubo muertes por caídas en su interior, recientemente lo han cercado para que no vuelva a ocurrir. Un par de cruces rezan por aquellos que perdieron la vida en este lugar.
Abandonamos el mítico enclave y comenzamos a caminar hacia el norte…
Mientras nos dirigimos hacia la Ensenada de Caniveliñas, el paisaje no deja de maravillarnos, con todo ese colorido:
Debéis saber que tanto en esta Isla, como en la de Sálvora existe una «xesta» o retama endémica, la (Cytisus insularis»), «xesta de Ons». Sus tallos y ramas se presentan más erectos y rígidos y sus hojas son unifoliadas con los frutos aplanados y un mayor número de semillas por fruto. Está catalogada por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como en «peligro de extinción» ya que en todo el mundo sólamente se encuentra en estas dos Islas del Parque Nacional, si bien es cierto que en Ons presenta un buen estado de conservación, en Sálvora ya es más preocupante.
Los Asfodelos blancos, por su parte, florecidos en este tiempo, poniendo el toque ideal a las imágenes, mientras parecen observar, allá a lo lejos, la Isla de Sálvora…
Como os decía antes, la cara oeste, la que da al mar abierto, es muy diferente a la interior, que mira a la Ría. Esta costa está llena de cuevas:
Sin lugar a duda, gran parte de la riqueza de este Parque Nacional, se halla en sus fondos marinos, pues en sus entrañas se esconden grandes tesoros de la naturaleza. El afloramiento de las corrientes de aguas frías del mar, hacen que sean unas aguas muy ricas en oxígeno y en nutrientes, proporcionando así una biodiversidad sin igual creadora de hábitats que favorecen el desarrollo de una gran variedad tanto en la fauna como en la flora marítima. En las costas de Ons, viven muchísimos peces y mariscos, que son además, los protagonistas de la gastronomía de la Isla. Es famoso el «Pulpo en caldeirada», es decir, cocido con patatas y regado con una salsa de pimentón, aceite, ajo y cebolla.
Aparte de ésto, son fácilmente visibles los delfines, arroaces y algún que otro cachalote y rorcual. En ocasiones se producen avistamientos de tortuga boba y tortuga laúd pero cada vez es más difícil verlos.
Además, esta Isla alberga una importante colonia de aves marinas. Abundan las gaviotas patiamarillas , (aunque hay que decir que en Cíes se encuentra la colonia mundial más importante) y los cormoranes moñudos , que anidan en los acantilados por donde estamos ahora mismo caminando.
Debemos decir que en esta ocasión nosotros pudimos ver el halcón peregrino, el águila ratonera y el cernícalo.
De repente, algo llama nuestra atención en el camino y es este panel interactivo:
El Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas, recibió la certificación como ‘Destino Turístico Starlight’, que es un reconocimiento que se otorga a enclaves que gozan de excelentes calidades para la observación de estrellas, que están protegidos de contaminación luminosa. Hay sólo 14 lugares en el mundo que comparten esta acreditación. El Alto da Pena Trevinca, por cierto, en el municipio de A Veiga también lo es. Aquí tenéis la posibilidad de observar las estrellas en un cielo libre de contaminación luminosa en un espacio protegido y privilegiado, y este panel os ubica con un mapa estelar para que sepaáis encontrar las constelaciones que se ven según la hora, día y mes del año.
Muy cerca de aquí, por cierto, hay una fuente de agua dulce.
Pero el camino nos lleva ahora hacia el interior de la Isla, para cruzarla transversalmente…
De camino nos encontramos a este bello ejemplar de Langosta Egipcia, (Anacridium aegyptium):
Finalmente, llegamos de nuevo al puerto, en el Barrio del Curro, donde iniciamos este adorable itinerario.
Pero antes de cerrar esta ruta, queremos despedirnos con esta bella imagen de las praderas de «namoradeira» o «Herba de Namorar» (Armeria pugens). Esta planta, que en Galicia se da casi únicamente en los acantilados del Parque Nacional Islas Atlánticas, es una auténtica superviviente de condiciones nada cómodas para las plantas, y todo ello gracias a sus adaptaciones al medio, capacidad de sobrevivir en los acantilados o en las dunas, crecimiento almohadillado y siempre pegadas al suelo para poder resistir los vientos. La presencia de esta planta aquí pone de manifiesto que en Galicia hubo hace mucho tiempo un clima muy similar al actual del sur de España.
Y ya, ahora si, nos despedimos de la Isla, sus aguas azules y verdes, de sus dornas y sus paisajes, su arena…
FICHA TÉCNICA:
Dónde: en la Isla de Ons, Parque Nacional Marítimo-Terrestre Islas Atlánticas
Señalizada: si
Circular: si
Duración: 3 horas, caminando despacio y parándonos mucho.
Distancia: 6’2 kms
Dificultad: baja, es fácil para hacer incluso con niños.
Consejos: teniendo en cuenta que la Isla de Ons no cuenta apenas con árboles, cuando vayáis, si es verano y/o hace mucho calor, llevar protección solar (crema, gorros) y agua.
Mapa: